Sin azul


Hoy el día es gris, del gris sin azul de los domingos de invierno.

Hoy es domingo, un domingo de ciudad olvidada, de cóckteles de diseño y resacas de salón.

Hoy es imposible disfrutar de la brisa, del olor a mar y las dulces coincidencias de libélulas juguetonas que hondean banderas de la paz.

Hoy los recuerdos se convierten en negras pesadillas que se clavan vacías en las entrañas del alma, más profundos que los cielos sin estrellas, más negros que los grises sin azul.

Hoy las cuerdas arañan como entretelas de lágrimas sin derramar, se cuelgan del cuello como anclas pesadas que te hunden y te retrasan, te detienen, te matan. La tristeza se contagia como una enfermedad incurable y se extiende cual marabunta implacable en la solitaria tarde de domingo.

Hoy el frío se cuela como el viento, oscuro y ostentoso, vengativo como un niño humillado, hiriente como las cuchillas del desquiciado, abandonado como el amante de una mujer casada. Sopla el frío, aburrido e infantil, perverso como los recuerdos olvidados.

El cielo se pinta de nubes, el día no consigue nacer.


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