La cruz de Nina

Nina cogió el bote de pastillas. Había perdido 3 kilos en las últimas dos semanas, pero el pantalón seguía sin cerrar. Comenzó a tener escalofríos, muy leves, como una brisa helada y fugaz montando desde los pies a la nuca. El plazo para pagar la hipoteca había vencido, tenía números rojos por tercera vez en el mes. Se sintió mareada, pensó que se caía de la silla. Por la mañana se levantó agotada, sueño acumulado de las tres últimas semanas, no tenía ganas de salir, de sentir el sol. Miró su imagen deformada en el espejo, se notaba las arrugas, las manchas de la piel, la falta de color. Hacía tres horas había discutido con su novio, aún tenía los ojos hinchados, las lágrimas secas como gotas de sal en las piedras del faro. Notó una punzada en el estómago:nauseas. La prueba de embarazo había dado negativa, se alegraba tristemente. Vomitó, comenzó a vomitar pastilla a pastilla, sin poder reprimir la vida que regresaba. Tres pastillas quedaron dentro, tres cápsulas rojas y blancas que la hicieron dormir.
Se despertó confusa. Miró el bote de pastillas con mirada borrosa. Nunca nada le salía bien.

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