Tanti auguri

Son un 3 y un 4, un número que marca el tiempo que pasa, el tiempo inventado para contar lo que no se puede manejar. Sumamos y restamos, multiplicamos, dividimos, queremos meter todo en frasquitos con nombre para estar seguros, para señalar lo que se escapa a nuestro control. Las gotas de lluvia, las lágrimas, los rayos de sol, las sonrisas, los besos, los pétalos de los tulipanes, la piel encabritada en la oscuridad de un cine, el olor escondido, las algas de los mares, una tarde dormida en sitios inexplorados de memorias recientes. Se depila mi alma de errores por cometer, mientras trago saliva para no recordar, para no dejarme arrastrar por los fantasmas de mi mente. Y aunque no lo quiera hay algo que avanza: la tierra, un reloj, los pasos de la gente. No mirar atrás es como morir, olvidar es fracasar en lo que hemos sido, en lo que seguimos siendo, nos guste o no nos guste el trabajo que vamos haciendo. Mi vida es mía y tengo que empezar a vivirla, por mucho que hoy los 34 se enrosquen como anclas enceladas, ahogándome en los vientos de desesperanza, creyéndome engañada por besos de puntillas, por rizos alados que volaron ladrones a otros puertos tranquilos. Porque son 34 ó 20 ó 50, porque da igual el número, el alma sigue intacta, débil, como siempre, con coraza de hierro que finge una sonrisa.

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