Presente


El aire es tibio, como la noche de un verano en la memoria; te acaricia la piel en una capa de maquillaje amelocotonado con sabor a vainilla; su tacto es agradable a finales de diciembre.
Dejo caer la lluvia, dejo que me embriague los cabellos desnudos; se cuela en mis zapatos y me pongo las katiuskas para sentir que es invierno, pero el mar sigue dejando el olor de un estío entre naranjos.
Echo de menos las vidas que pasaron, me aterra el futuro que no llega, me abrazo a la nada de la ausencia e intento avanzar, cada minuto un pequeño paso, disfrutar de su existencia, de este viento del sur, de estas gotas isleñas, de este momento preciso sin tic-tac de reloj.

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